Aprender a dar, a darse, en estos momentos de la historia de la humanidad resulta de suma importancia, toda vez que el capitalismo ha creado seres humanos individualistas, un individualismo plagado de egoísmo y conveniencias, lo que ha provocado la pérdida de valores humanos que en otro tiempo fueron detonantes de la supervivencia y la buena convivencia humana, entre ellos tenemos la solidaridad, el diálogo, la cooperación, el altruismo, el amor y la convivencia pacífica y armónica entre los seres humanos.

Lamentablemente, con esta pérdida de valores, los seres humanos hemos olvidado que en los inicios de la historia de la vida humana, fueron todos ellos, los que hicieron posible la continuidad de la especie, ya que de no haber sido así, es obvio que la raza humana «se hubiera extinguido, expuesta como estaba a todo tipo de avatares».

De ahí que en estos momentos, sea necesario reconocer y potenciar las actitudes pacifistas en el seno de la vida de relación de los seres humanos, razón ésta por la que adquiere especial relevancia aprender a dar, a darse para ser humano y además, es importante que aprenda a crear y desarrollar Paz personal, en interacción y en armonía con los demás, con el Planeta, y en la vida de cada día, de ahí que resulte impostergable que el sistema educativo de cada país incluya en los planes y programas de estudio de todos los niveles educativos la enseñanza, interiorización, práctica y construcción de la Paz Personal, así como también la enseñanza de los mecanismos de regulación pacífica de los conflictos

Dado que como ahora sabemos, los conflictos son consustanciales a la vida de los seres humanos, razón ésta por la que están presentes en el día a día, por lo que lejos de generar problemas, malestares y discordias debieran y deben servir para generar ambientes más armónicos y empáticos, toda vez, que nos permiten identificar las diferencias entre seres humanos y también lo que de común tenemos con el otro y los otros, lo que al mismo tiempo nos debe ayudar para llegar a acuerdos, en una relación gana-gana, en donde no haya ni ganadores ni perdedores, por lo que debemos buscar que ambas partes salgan beneficiadas, por tanto hay que cuidar no lastimar los egos para que nadie quede resentido ni ofendido, de tal modo que las partes involucradas apoyen para llevar a feliz término los acuerdos compartidos en función de sus diferencias.

De ahí la importancia de trabajar con nosotros mismos de manera individual para establecer nuestra Paz personal interna, para que esto a su vez permita ir construyendo espacios crecientes de Cultura de Paz en la vida humana, recordando e interiorizando que la violencia y la paz son sólo cuestión de actitud y que en nosotros está decidir cómo reaccionamos ante las circunstancias de la vida de cada día.

Es claro que el modelo económico vivido hasta el día de hoy en función de la competitividad, haya tenido la buena intención -en sus inicios- de desarrollar el mercado mundial pero con el tiempo, con la experiencia que nos ha dejado y desde otra óptica, podemos ver que el individualismo posesivo planteado por Hobbs, se ha potenciado, olvidando que en el mercado no solamente existen mercancías, sino que también existen seres humanos con sentimientos, con necesidades y anhelos, y llegados a este punto, tristemente tenemos que reconocer que el modelo económico planteado hasta el día de hoy,  sólo toma en cuenta al ser humano en el aspecto cuantitativo, es decir, como una máquina y como un consumidor de mercancías, dejando de lado su parte afectiva, emocional.  

Se entiende que esto ha sido necesario para el desarrollo de las economías, el que a través del proceso educativo, se produzcan seres humanos con una alta competitividad, los que en su momento se integran al proceso productivo de cada país, de cada región. Sin embargo, hay que decir que una educación/formación de este tipo no es suficiente, y que hoy, más que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad, es importante entender que el desarrollo de cualquier país y de cualquier economía, se debe basar en una educación que no sólo eduque/forme al ser humano en las destrezas laborales, sino también en las destrezas humanas que enseñen al ser humano a vivir en paz consigo mismo y con los demás y en armonía con el Planeta y sus contenidos.

 De ahí la urgente necesidad de que la educación en todos los niveles y por todos los medios que tenga a su alcance, retome los valores humanos de antaño (solidaridad, empatía, calidez humana, etcétera) y en donde a su vez, se contemple la transformación paulatina de la economía, una economía que debe adquirir un nuevo rostro, un rostro humano, de ahí la urgente necesidad de Aprender a dar, a darse para el ser humano. 

Esa nueva economía debe tener como finalidad que los seres humanos vivan de manera digna y satisfechos física, emocional y sentimentalmente para que exista la solidaridad entre ellos, porque sin ello, la calidad y competitividad están totalmente desprovistas de la parte humana y solidaria, razón ésta por la que jamás se va a generar ese desarrollo tal y como ha sido planteado conceptualmente, sino solamente selvas urbanas como lamentablemente ha sucedido hasta el día de hoy, por tanto, la economía no sólo debe servir para generar riqueza, sino también para mejorar la calidad de vida de las personas y por ende, de la sociedad, entonces hoy más que nunca se debe retomar la justicia social en contra de las leyes de mercado.  

De ahí que resulte necesario recordar, que en la historia de la humanidad, la violencia y la guerra han sido legitimadas como motores inevitables de progreso, sin embargo, la Primera y Segunda Guerra Mundial obligaron a la humanidad a construir una teoría de la paz profunda, coherente y compleja que mediante un riguroso esfuerzo científico a nivel mundial, dio lugar al nacimiento de la Investigación para la paz (Peace Research), que en un principio se abocó a estudiar las guerras para prevenirlas, desde la Polemología, que es el estudio de la guerra y de sus formas, causas y efectos como fenómeno social, dado el interés que todas las naciones tenían de entender cómo, por qué y para qué se originan, buscando que esto les permitiera conocer cómo se podía construir y mantener La Paz, por esta razón, después de la Primera Guerra Mundial se comenzaron a abrir los primeros Centros de Investigación para la Paz, principalmente en Europa y Estados Unidos.

Sin embargo, fue después de más de 40 años del estudio de las guerras, que los científicos identificaron que sabían más de las guerras que de la construcción de la Paz, por lo que, un segundo momento importante en los Estudios para la Paz, fue el nacimiento en 1959, del International Peace Research Institute de Oslo (PRIO) fundado por el Padre de la Investigación para la Paz, el científico social Johan Galtung, quien tuvo el acierto de elevar la Paz a la categoría de objeto de investigación científica.