La educación en La Cultura de Paz y la Noviolencia, por sí misma, es sin duda alguna, un requisito fundamental en la edificación de una Cultura de Paz Holística. 

Por lo que se sugiere que las instancias educativas, adquieran el compromiso de introducir en los planes y programas de estudio: educar a sus alumnos y al personal académico y administrativo en los valores de la Cultura de Paz y de la Noviolencia.

 

La importancia de que las instancias educativas reformen los planes y programas de estudio en los valores de La Paz y la Noviolencia

Esta nueva educación debe terminar con las diferencias, la injusticia y la desigualdad, que terminan aquejando a la sociedad como consecuencia del deterioro del tejido social.

Debe ser una educación formativa, que tenga en cuenta al ser humano, como el ser social que es, en interacción constante con el  ámbito familiar, laboral, social, el planeta, el medio ambiente, etcétera.

Una educación que no sólo enseñe, sino que aplique, respete y practique los valores de la Cultura de Paz, los Derechos Humanos y la Noviolencia.

Toda vez que las sociedades actuales demandan cada vez más el ejercicio del Derecho Humano a La Paz de los ciudadanos, los grupos y las naciones.

Sin olvidar que la educación del ser humano es, en palabras de Francisco Jiménez Bautista:

«No lo que una persona sabe o a aprendido a hacer, sino su forma interior de vida: lo más íntimo y valioso que posee, lo que le hace ser lo que es y nadie le puede arrebatar.«

 

La importancia de retomar  a James Whitaker a la hora de enseñar/interiorizar  actitudes

Sabiendo que través del proceso educativo nos formamos de tal o cual manera, resulta relevante recordar algunos planteamientos de Whitaker acerca de las actitudes:

  1. Son aprendidas, se forman a partir de una serie de experiencias en las que se refuerzan o no, determinadas conductas.
  2. Una vez formadas permanecen de una manera bastante fuerte en el individuo que las ha adquirido.
  3. Actúan como fuerte elemento motivador de la conducta desde el punto de vista afectivo: una actitud arraigada en un sujeto puede constituir, en muchas ocasiones, la única motivación para emprender determinadas acciones.
  4. Dependen de factores culturales y sociales. De aquí la importancia de los grupos en su formación.
  5. Las actitudes no son algo innato en el individuo, pueden existir determinadas predisposiciones que se convierten en actitudes con un mayor grado de estabilidad a lo largo de la vida.

Formar desde el aula en las actitudes de convivencia pacífica y armónica, cooperación y solidaridad no puede entenderse, en palabras de Ángel Díaz Barriga:

«Como un acto puntual o instantáneo, ni una acción esporádica. Exige una praxis permanente, un proceso que aumenta con el ejercicio y decrece sin él, precisa de un aprendizaje diario, de una educación

Por eso, lo primero que hay que hacer a través del proceso educativo es potenciar La Cultura de la Paz y de la Noviolencia en todas sus manifestaciones.

Sin duda alguna, existen un sinfín de realidades de paz en la vida del ser humano que deben ser reconocidas y preservadas, por medio de la educación y al interior de cualquier sociedad.

Relevancia de El Manifiesto de Sevilla sobre la Violencia, para potenciar la Cultura de Paz y Noviolencia alrededor del mundo.

La humanidad tiene la obligación de aprender a vivir en paz, ya que desde hace más de tres décadas, la Comunidad Científica Internacional a través de El Manifiesto de Sevilla sobre la Violencia, sostiene que es posible evitar la violencia, no así, el conflicto.

En este documento se señala que la violencia no es innata en el ser humano, sino que es una creación, una actitud, un comportamiento aprendido y yo diría que también es otro tipo de lenguaje.

Razón ésta, por la que debe ser combatida desde sus causas, sean éstas económicas, políticas o culturales, pero no olvidemos lo que bien señala José María Tortosa:

«[…] que sólo promoviendo la cultura de paz o quedándose en las ideas, no se consigue demasiado

Por lo tanto, hay que actuar, cada uno desde nuestro campo de conocimiento o de acción para irla plasmando en la vida de cada día.

En estos momentos, en muchos lugares del mundo, las políticas educativas  han estado y están siendo encaminadas hacia la concreción de una Cultura de Paz y de Noviolencia, pues innegablemente Naciones Unidas tiene toda la razón cuando dice:

«La misma especie que inventó la guerra, es igualmente capaz de inventar La Paz.»

Por ello, resulta relevante y urgente empezar a educar no sólo a los niños y jóvenes, sino a la sociedad en general, en los valores de la Cultura de Paz y la Noviolencia, para que esta forma de vivir pacífica, armónica, cálida, tolerante, solidaria, respetuosa, empática, etcétera, se vaya interiorizando y arraigando en los seres humanos.