Antes de entrar en materia, considero pertinente definir cada uno de estos términos:

Exclusión, proviene de excluir, que significa, descartar, rechazar o negar la posibilidad de algo.

Marginación, proviene de marginar, entre otras cosas, es poner o dejar a una persona o grupo de personas en condiciones sociales, políticas o legales de inferioridad.

Injusticia, significa, falta de justicia

En el significado de estos términos, podemos observar que los tres tienen algo en común: la falta de oportunidad de.

Ahora bien,

 

¿Cómo se legitiman la exclusión, la marginación y la injusticia social al interior de cualquier sociedad? 

En los Estudios para la Paz, a la exclusión, la marginación y la injusticia social, las llamamos violencia cultural (o invisible).

Cuando hablamos de estos aspectos, lo primero que viene a nuestra mente es precisamente, lo que viven, lo que sufren las personas que los padecen y al mismo tiempo, las consecuencias que provocan al interior de la sociedad.

Estos tres aspectos y algunos más, tienen su raíz en los modelos educativos, en México por ejemplo, los encontramos en los Centros Educativos en donde se forman a los Profesores y a las Profesoras, ya que en dichas instituciones imprimen en los futuros Maestros y Maestras, el perfil requerido para que cumplan con su labor de reproductores de la sociedad.

Afirmo esto, porque hace algún tiempo realicé una investigación de campo que me permitiera identificar violencia estructural, simbólica y cultural, la que vía proceso de enseñanza-aprendizaje se transmite a los alumnos de educación básica.

Para ello, ex profeso, elaboré un cuestionario que apliqué a Profesores y Profesoras de educación básica de la ciudad de Puebla en los diferentes niveles de enseñanza, es decir, en preescolar, primaria y secundaria, en turnos matutino y vespertino.

La muestra, aunque se circunscribe a la ciudad de Puebla, la considero válida para todo el país, porque los planes y programas de estudio de los Centros Educativos en los que se forman los Profesores y las Profesoras de este país, son los mismos que se reproducen  a nivel nacional en cada plantel educativo, al igual que los de educación básica.

La aplicación la hice en las escuelas que la Secretaría de Educación Pública (SEP), tuvo a bien asignarme, catalogadas como de nivel alto, medio y bajo en función del ingreso de los padres y madres de familia y de la ubicación de las escuelas, en los turnos matutino y vespertino.

Es importante mencionar que el objetivo de esta investigación, en ningún momento y de ninguna manera tuvo como finalidad evaluar el quehacer docente de los Profesores y Profesoras, sino los elementos conceptuales que a través del proceso de enseñanza-aprendizaje ellos introyectan en sus alumnos y alumnas.

Esta violencia cultural se interioriza a través de lo que en los Estudios para la Paz conocemos como el currículum oculto de la educación, ya que los docentes, a través del proceso educativo, interiorizan en sus alumnos toda una serie de valores, normas y pautas de conducta, que son los que finalmente terminan conformando y reproduciendo a la sociedad.

El problema es que estos valores, normas y pautas de conducta, a fuerza de la costumbre, terminan considerándose y viéndose como normales y naturales, por aquello de la neutralidad de la educación.

Esta neutralidad, en teoría está exenta de intereses e ideologías, lo que para nada es verdad, ya que sirve para legitimar la exclusión, la marginación y la injusticia que perviven al interior de cualquier sociedad.

 

 

¿Qué dicen Las Teorías de la Reproducción sobre la neutralidad de la educación?

Estas Teorías afirman que la escuela es un instrumento del Estado que legitima las jerarquías sociales a través de las titulaciones que dan un valor a cada persona, y con ello hacen aparecer las desigualdades sociales como socialmente naturales.

Siendo estas desigualdades sociales sólo atribuibles a las capacidades y aptitudes personales de cada uno y no a los fines y objetivos de la educación, las mencionaré brevemente.

Louis Althusser

Considera que la escuela es un aparato ideológico del Estado, el que, desde su pretendida neutralidad y falta de ideología esconde muy bien cuál es su papel en la reproducción de las relaciones de producción.

Él dice que la escuela reproduce la capacidad de manejar convenientemente la  ideología dominante, ya que durante el proceso educativo los alumnos son impregnados de una determinada ideología en diversos grados.

Con lo que no sólo se garantiza la sumisión de los seres humanos a las reglas del orden social establecido, sino también la legitimación y perpetuación ideológica del aparato productivo y de las sociedades injustas y desiguales.

Para Althusser la labor de la escuela como productora y reproductora de la sociedad, está definida de tal manera, que de ella emanan todas las clases sociales que existen al interior de una sociedad.

Considera que en esta reproducción, la escuela y la familia van de la mano como aparatos ideológicos del Estado que son.

Samuel Bowles y Herbert Gintis

En su Teoría de la Correspondencia, analizan la correspondencia que existe entre la relación social de la educación y el trabajo, explican la capacidad que tiene el sistema educativo para producir una fuerza de trabajo dócil y fragmentada, basada fundamentalmente en la instrucción escolar a la que consideran central en este proceso, por lo que resulta ser un elemento integral en la reproducción de la estructura de clases de la sociedad.

Asimismo, analizan la correspondencia entre la reproducción y perpetuación de las relaciones de poder al interior de la sociedad, las que se dan a través de un proceso que ellos llaman, de reproducción de la conciencia.  Misma que se garantiza por la interacción con la familia y el sistema educativo, estrechamente relacionados con la formación de la conciencia y la personalidad del ser humano.

Pierre Bordieu y Jean-Claude Passeron

Exploran el funcionamiento del sistema escolar y las actitudes de las distintas clases sociales en relación con la cultura desde una concepción marxista.

En su investigación, muestran que esa aparente igualdad social entraña una gran dosis de violencia impuesta desde la acción pedagógica, cargada de violencia simbólica/cultural que impone significaciones a la vez que las legitima, disimulando así las relaciones de poder y de fuerza que se esconden detrás de ella.

Esta violencia es transmitida desde la acción pedagógica, «que socialmente se presenta como objetiva y neutra», a través de la que se interioriza la autoridad de los grupos dominantes, haciéndola aparecer no como algo social sino como algo natural.

De esta manera la escuela contribuye no sólo a reproducir sino también a legitimar las estructuras sociales y las culturas dominantes de la sociedad, como consecuencia de la investidura que tiene de enseñar, lo que le permite legitimar y definir lo que es legítimo de aprender.

 

Definición de violencia simbólica

La violencia simbólica, en palabras de Pierre Bordieu y Jean-Claude Passeron, son los mecanismos que utilizan las instituciones para, desde el poder, imponer y mantener las representaciones simbólico-sociales, (económicas, políticas y culturales) asimétricas que están incrustadas en las estructuras institucionales y que permiten su mantenimiento, perpetuación y legitimación.

La necesidad de su legitimación es lo que determina el carácter simbólico de la violencia. Este tipo de violencia suele ser desviada o simbolizada para ocultarla.

 

Definición de violencia cultural

La violencia cultural es generada desde la tradición, los valores, la cultura, las ideas, las normas, aceptándose como algo natural por lo que desde la cultura se legitima y se promueve desde cualquier origen.

En defensa de los Profesores y Profesoras

Hay varios aspectos a resaltar,

Por muchas razones, en las que aquí no voy a entrar, considero que la conciencia que tienen los profesores y las profesoras de nuestro país, como reproductores de la sociedad, es relativa, a consecuencia de la programación de la que ellos han sido objeto desde la infancia durante su proceso educativo, el que culmina en los Centros Educativos en los que se forman como Profesores y Profesoras..

Por su parte, Johan Galtung, sobre la violencia cultural ha dicho que:

“Oculta y presenta como inexplicable lo que ocurre […] La mayoría de las causas y efectos se hacen invisibles como externalidades […] Y en la teoría de la cultura, el centro de interés no es lo visible y audible, los instrumentos, sino la cultura profunda sedimentada en el subconsciente colectivo, los supuestos que definen, para una civilización dada, qué es normal y natural […].

Tiene que haber alguna programación, algún automatismo que circunvale la conciencia individual […], sedimentada en el subconsciente […].

Para los miembros de una civilización […] los supuestos compartidos colectivamente y mantenidos subconscientemente. Al ser subconscientes, estas suposiciones se promulgan sin más, no se discuten. Y, al ser colectivas, se refuerzan viendo que todos los demás hacen lo mismo.”

La visión de Galtung, con la que coincido, hace que nos cuestionemos el grado de conciencia real que tienen los Profesores y las Profesoras con respecto al papel que el Estado les ha asignado para reproducir y mantener las estructuras de la sociedad.

Personalmente, considero que la gran mayoría de los Profesores y las Profesoras se sienten realizados porque enseñan, porque están impartiendo conocimientos, porque están formando a sus alumnos y alumnas, no sólo para ser ciudadanos y ciudadanas de México, sino del mundo, pero asumo, que para nada hay conciencia ni en ellos ni en ellas de su papel como productores y reproductores de la sociedad.

Estoy segura de que jamás han imaginado que con su trabajo, están reproduciendo la exclusión, la marginación y la injusticia y con ellas, las estructuras sociales de este país, las que se caracterizan precisamente por ser injustas y desiguales.

 

¿Cómo transformar la cultura de la violencia en Cultura de Paz

Dado lo anterior, podemos decir que la UNESCO tiene razón cuando señala como pre-requisitos para que la humanidad viva en Paz, erradicar de las sociedades del mundo la exclusión, la marginación y la injusticia, pues de no hacerlo así, el tan anhelado clima de Paz al interior de las sociedades del mundo, jamás será una realidad.

Si tomamos en cuenta lo expresado por los teóricos en las Teorías de la Reproducción, es claro que debemos reorientar los planes y programas de estudio en las instancias correspondientes para que el perfil de egreso de los Profesores y de las Profesoras, esté encaminado hacia los valores de La Paz y la calidez humana, para que ellos a su vez lo difundan a través del proceso educativo y estos valores empiecen a palparse al interior de las sociedades del mundo.

No sé ustedes, lectores, qué opinan sobre lo que estamos viviendo con respecto a la pandemia; personalmente considero que es una lección de vida para repensar y reorientar a la humanidad, de tal manera que florezca maravillosamente el bien común.

Para mí, es claro que la humanidad debe terminar con todo aquello que tanto la ha lastimado y reorientar su sentir, su pensar y sobre todo su actuar para ir generando el bienestar común al que muchos aspiramos, por todos los medios que tenga a su alcance: educación, medios masivos de comunicación, redes sociales, video juegos, etcétera.

 

¿Por qué apostar por una Cultura de Paz?

Porque la Cultura de Paz es una cultura que promueve la pacificación, que incluye estilos de vida, patrones de conducta, valores, creencias y comportamientos que favorecen la construcción de La Paz, acompañando los cambios institucionales que promueven el bienestar, la igualdad, la seguridad y la identidad de todos sin necesidad de recurrir a la violencia.