Hay que llevar a la práctica los valores, las actitudes y las formas de comportamiento que inspiran La Cultura de Paz.
Francisco Jiménez Bautista
Antes de entrar en materia, veamos qué dice la Real Academia Española sobre el significado de: formar y conciencia.
Formar tiene muchos significados, pero en este caso sólo tomaremos en cuenta los que se relacionan con el desarrollo del tema que nos ocupa.
Formar: dar forma a algo.
Hacer que algo empiece a existir.
Juntar y congregar personas o cosas, uniéndolas entre sí para que hagan aquellas un cuerpo y estas un todo.
Dicho de dos o más personas o cosas, hacer o componer el todo del cual son partes.
Preparar intelectual, moral o profesionalmente a una persona o a un grupo de personas.
Conciencia: conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios.
De lo cual, podemos concluir que todos los que conformamos la gran familia humana, necesitamos tomar conciencia e interiorizar de manera personal la importancia que tiene vivir en paz.
¿Por qué formar una conciencia de paz en la ciudadanía mundial?
Formar una conciencia de paz en la ciudadanía mundial, es de suma importancia, ya que, de no hacerlo, veo muy difícil poder dar marcha atrás a todo lo que impide la vida pacífica y armónica de los seres humanos.
Lamentablemente, hemos aprendido más la cultura de la violencia y poco la cultura de paz.
Reconocer nuestro comportamiento violento es un avance, y tomar la decisión de irlo cambiando, un regalo para la gran familia humana, de la que todos formamos parte. Recordando las palabras de James Lovelock:
“El bien de uno es el bien de todos y el mal de unos es el mal de todos.”
Comprometernos a estar pendientes de nuestro comportamiento para ir desaprendiendo la violencia, es un gran avance para bien nuestro y el de la humanidad.
Sin embargo, hay que decirlo, es posible recobrar nuestro comportamiento pacífico, ya que como señalan algunos teóricos de la paz como Francisco A. Muñoz y Mario López Martínez, en la antiguedad, la gente vivía en paz, lo que se deduce de esta cita:
“Según podemos deducir de las fuentes escritas, parece que la aparición del concepto de paz ha estado ligado al de guerra, pues ambos aparecen casi coetáneamente. Puede que en las primeras etapas de las sociedades humanas no existiera ni el uno ni el otro, sobre todo, porque la realidad social que debían de definir no estuvieran presentes: la guerra porque no había nacido todavía, la paz porque no era necesaria como idea. Queremos afirmar que cuando no existe la Guerra, tampoco existe la Paz, conceptualmente hablando, por tanto, el concepto de paz obedece a la necesidad de frenar la guerra cuando esta última aparece como práctica y, probablemente como concepto.”
Francisco Jiménez Bautista afirma que, la paz y la violencia son experiencias culturales que se difunden de generación en generación.
De lo que deducimos que la paz y la violencia son aprendizajes de comportamiento, luego entonces, es posible desaprenderlos.
¿Para qué formar una conciencia de paz mundial?
De lo anteriormente expresado, podemos concluir que los seres humanos no somos violentos por naturaleza, afirmación que quedó asentada en El Manifiesto de Sevilla firmado en París, Francia, el 16 de Noviembre de 1989, que fue elaborado por universitarios de todo el mundo y representantes de las disciplinas pertinentes para poder emitir dicho documento, que entre otras cosas, dice:
“En este manifiesto, impugnamos cierto número de presuntos descubrimientos biológicos que han sido utilizados por personas, incluso en nuestros respectivos ámbitos (científicos), para justificar la violencia y la guerra. Puesto que la utilización de estos “descubrimientos” ha creado un clima de pesimismo en nuestras sociedades, proclamamos que la denuncia pública y reflexionada de tales manipulaciones constituye una contribución importante al Año Internacional de la Paz.
El mal uso de hechos y teorías científicas con el fin de legitimar la violencia y la guerra, sin ser un fenómeno nuevo, está estrechamente asociado al advenimiento de la ciencia moderna. Por ejemplo, la teoría de la evolución ha sido “utilizada” para justificar no sólo la guerra, sino también el genocidio, el colonialismo y la eliminación del más débil […].”
Por tanto, sirva este artículo para hacer un llamado a la humanidad para que cada uno de nosotros, empecemos a dar marcha atrás al aprendizaje de la violencia y la guerra y recobremos nuestra paz personal para que de este modo, construyamos la paz en la vida humana, que derivará en beneficios de toda índole, ya que, como señala Raimon Panikkar:
“Nosotros también somos responsables de la armonía del Universo”
por tanto, no sólo el bienestar de la vida humana, sino también el del planeta y el del medio ambiente, es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros.
¿Cómo formar una conciencia de paz mundial?
Para formar la conciencia de paz en la ciudadanía mundial, es necesario aprovechar todos los espacios a nuestro alcance, ya sean personas, familias, grupos, sociedad y gobiernos, poniendo, en principio, nuestra voluntad de hacerlo y después, estudiando y definiendo las estrategias a seguir, de tal modo que esta conciencia pacífica empiece a arraigarse en todos y cada uno de los habitantes de cada región del mundo.
Es cierto que formamos un todo como humanidad, pero no debemos estandarizar las estrategias a seguir en la formación de la conciencia de paz, ya que en todos y cada uno de los que conformamos la gran familia humana existen muchas diferencias, como consecuencia de nuestro país de nacimiento, raza, idiosincrasia, costumbres, culturas, valores, etcétera, no obstante, como grupo social que somos, tenemos muchas cosas en común, siendo una de ellas el anhelo de vivir paz.
Un buen comienzo para recuperar y formar la conciencia de paz en la ciudadanía mundial, sería empezar a practicar de manera cotidiana la fraternidad hacia los demás.
Sin embargo, aún fortaleciendo la formación de la conciencia de paz, debemos tener presente que los conflictos son parte de la naturaleza humana, por tanto, hay que entenderlos y asumirlos como fuente de creatividad.
Al respecto, Francisco A. Muñoz y Mario López Martínez, expresan:
“El conflicto forma parte del proceso de interacción social en el que los intereses de los individuos y grupos se interaccionan, transforman o regulan. Podríamos decir, incluso, que es parte esencial del complejo desarrollo de socialización que experimenta toda entidad humana en su trayectoria social.”
Finalmente hay que decir, que si es nuestra voluntad, todos y cada uno de los que formamos la gran familia humana aquí y ahora, tenemos en nuestras manos, no sólo dar marcha atrás a la cultura de la violencia y la guerra, sino además, el empezar a transmitirla de generación en generación para concretarla, si esa nuestra voluntad y nos comprometemos con nosotros mismos a ello.