Las violencias estructural, cultural y simbólica generadoras de injusticia y desigualdad social, económica, política, racial y cultural
La injusticia y la desigualdad son generadas desde la violencia estructural, ya que, de acuerdo con Johan Galtung, esta violencia:
“Forma parte de las estructuras, su característica fundamental es la desigualdad, en ella, no hay específicamente actor que perpetre una agresión directamente, sino que es una violencia institucionalizada, legalizada, pero que afecta a más personas que la violencia directa, se corresponde con las injusticias estructurales sociales, económicas, raciales, de desigualdad de oportunidades y de desarrollo humano, de marginación y de pobreza”.
Asimismo ha dicho que esta violencia es:
“La causa de la diferencia entre lo potencial y lo efectivo cuando lo potencial es mayor que lo efectivo y ello sea evitable […], la violencia es algo evitable que obstaculiza la autorrealización humana, explicando esos logros no conseguidos, debido a la situación que padece con realizaciones afectivas, somáticas y mentales […] por debajo de sus realizaciones potenciales.”
Por su parte, la violencia cultural está inmersa en el desarrollo, establecimiento y solapamiento de la injusticia y la desigualdad de cualquier tipo, ya que tiene que ver con las tradiciones, los valores, la cultura, las ideas y las normas, lo que permite que a ambas se les vea y se les acepte como normales y naturales, al interior de la sociedad, se promueve y legitima desde cualquier origen.
También se promueven y legitiman desde la violencia simbólica, Passeron y Bordieu, por ejemplo, opinan que en esta violencia se aglutinan los mecanismos que utilizan las instituciones para desde el poder, imponer y mantener las representaciones simbólico-sociales, (económicas, políticas y culturales) asimétricas que están incrustadas en las estructuras institucionales y que permiten su mantenimiento, perpetuación y legitimación; la necesidad de su legitimación es lo que determina el carácter simbólico de la violencia, que suele ser desviada o simbolizada para ocultarla.
¿Cómo estas violencias confluyen para legitimar la injusticia y la desigualdad al interior de cualquier sociedad?
La violencia estructural, cultural y simbólica, legitiman, ocultan y mantienen adecuadamente la injusticia y la desigualdad social, económica, política, racial y cultural, ya que cada una actúa desde su espacio para legitimarlas.
La violencia simbólica, permite la falta de oportunidades de desarrollo que tienen muchas personas al interior de cualquier sociedad, manteniéndolas en el subdesarrollo y la pobreza y/o pobreza extrema, obstaculizando así, no sólo el desarrollo de todas sus potencialidades, sino además, la plena realización como seres humanos.
Lamentablemente, la violencia cultural a fuerza de la costumbre, hace que los seres humanos terminemos viendo la injusticia y la desigualdad como normales y naturales.
Por su parte, la violencia simbólica promueve, mantiene y legitima de muchas maneras la injusticia y la desigualdad al interior de las sociedades.
Consecuencias de la injusticia y la desigualdad social, económica, política, racial y cultural al interior de cualquier sociedad.
La injusticia y desigualdad que existen al interior de cualquier sociedad son una puerta abierta para el crimen organizado, ya que algunas personas que las sufren, al no poder subsanar sus necesidades más apremiantes, pierden sus ilusiones y esperanzas, por lo que, su ingreso al crimen organizado significa dinero fácil, rápido y abundante que no sólo les permitirá comprar todo lo anhelado, sino que además, les dará la oportunidad de mejorar su calidad de vida y asumen erróneamente que tienen más que ganar que perder y corren el riesgo aún sabiendo que pueden perder la vida.
La importancia de terminar con la injusticia y la desigualdad de cualquier tipo como premisa de la paz en el mundo.
Las consecuencias de la injusticia y la desigualdad de todo tipo, han sido identificadas por Naciones Unidas, razón por la que uno de los grandes desafíos del Plan de Acción de la Agenda 2030 es: mejorar a la humanidad erradicando la pobreza y poniendo fin al hambre y sus consecuencias, las que no sólo se reflejan en la desnutrición, la falta de acceso a la educación, la discriminación, la exclusión social, la falta de oportunidades de desarrollo personal y profesional, la falta de servicios básicos adecuados y necesarios para el buen desarrollo de la vida humana, la falta de agua potable, falta de alumbrado público en las calles, la falta de pavimentación en las calles y carreteras, la falta de recolección de basura, etcétera.
Por lo que, uno de los grandes desafíos de La Agenda es erradicar la pobreza y el hambre, pues después de dos años de investigación y de consultas públicas, identificaron que ambas situaciones contribuyen al desarrollo y mantenimiento de la injusticia y la desigualdad y que ambas se han convertido en un lastre para muchas sociedades del mundo. Erradicar el hambre y la pobreza son 2 objetivos fundamentales a alcanzar en la concreción de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible de La Agenda, en la que los países miembro declararon:
«Estamos resueltos a poner fin a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí a 2030, a combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, a construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas, a proteger los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y a garantizar una protección duradera del planeta y sus recursos naturales”.
Para terminar con la injusticia y la desigualdad de cualquier tipo
Terminar con la injusticia y la desigualdad que aqueja a las sociedades del mundo, lo considero una labor que cada uno de los países debe realizar de manera puntual, ya que ambas se encuentran incrustadas en las estructuras de la sociedad, por lo que resulta fundamental que los países interesados diseñen y apliquen nuevas políticas educativas, públicas, económicas y sociales, pero antes de hacerlo es importante que cada gobierno se haga algunas preguntas:
¿Qué tipo de país quieren tener?
¿Qué tipo de sociedad quieren tener?
¿Qué tipo de seres humanos quieren tener?
¿Qué tipo de atletas quieren tener?
¿Qué tipo de mano de obra es la que se insertará al mercado laboral en cada momento?
¿Qué tipo de desarrollo económico, social, científico, manufacturero y tecnológico necesitan o quieren tener para su desarrollo?, etcétera.
En función de las respuestas habrá que plantearse el diseño del nuevo modelo educativo, de las nuevas políticas públicas y de las nuevas políticas económicas, de salud, de desarrollo y sociales.